viernes, 2 de septiembre de 2011

Edi

Características y tipos de sistemas



Por sistema entendemos un conjunto de elementos que se encuentran completamente relacionados entre si, con lo cual la relación será siempre interactiva.
Sin embargo, este concepto no se presenta como categórico ni único, por el contrario, el uso de la palabra se presenta con muchas diferencias. Por un lado, el término abarca a los sistemas de conceptos y, por el otro, a todos los objetos – de características más o menos complejas – que están en un estado de organización permanente, con lo cual uno de esos objetos alcanzará relevancia si se lo opone o confronta a otro dentro del sistema del que forma parte. En el caso de los sistemas conceptuales, abarca un conjunto, como ya dijimos, sumamente organizado, que incluye definiciones, símbolos, palabras y nombres vinculados con áreas de la comunicación, así como también del pensamiento.
Ejemplos de este tipo de sistema son las matemáticas, la lógica y la notación relacionada con la música, por mencionar solo algunos. En el caso de otros sistemas, los denominados reales, estos consisten en una entidad material que se encuentra conformada por una serie de partes organizados – más comúnmente conocidas con el nombre de componentes – que interactúan entre sí, con lo cual las propiedades de ese conjunto no podrán ser enteramente deducidas de las propiedades con las que cuentan los componentes, es decir, de manera aislada de dicho conjunto. Esas propiedades reciben el calificativo de emergentes. Asimismo, los sistemas reales pueden subdividirse en ciertos grupos según sus rasgos, en especial según un hecho: si realizan o no intercambios con lo que se produce en su entorno.
Teniendo en cuenta este parámetro, entonces, se los puede clasificar en abiertos, cerrados o aislados. Un sistema abierto es aquel que recibe una determinada cantidad de flujos, o sea, de energía y materia, provenientes de su ambiente, lo cual lo lleva luego a modificar su propio comportamiento según el entorno y las entradas de energía que recibe. Es decir, que por el mero hecho de ser receptor de energía puede cumplir la tarea de mantenimiento de sus estructuras, así como también aumentar el contenido de información, es decir, modificar todo lo que le compete a su organización interna. Distinto es el caso de un sistema cerrado, que solamente está capacitado para realizar intercambios de energía con el entorno. Por último, en la otra vereda están los sistemas aislados, que no tienen directamente intercambio con lo que los rodea. Es importante destacar que cuando un sistema cuenta con la organización suficiente como para ejercer control sobre su propio desarrollo, eso le va a asegurar una continuidad en aspectos relevantes como lo son la composición, la estructura y todas las transformaciones mediante las cuales es capaz de funcionar



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